El Torito es un accidente del sistema
En días recientes he escuchado más de 6 veces que Isaac del Toro es un “garbanzo de a libra”, y aunque la mayoría se refiere a su talento y carácter sobresalientes, creo que también lo es porque casos como el de él son más raros que un político con buenas intenciones.
Tras hacernos vibrar a muchos miles de mexicanos con su histórico segundo lugar en el Giro d´Italia, el “Torito” se convirtió en un nuevo ejemplo de que el éxito deportivo en México, y en gran parte de LATAM, sigue siendo un accidente del sistema, y no un producto del mismo.
¿A qué me refiero?
En Estados Unidos, tan solo las universidades de la División I de la NCAA reportaron un gasto total en programas atléticos de aproximadamente $17,100 millones de dólares, dinero que se va a becas deportivas, salarios de entrenadores, instalaciones, viajes y otros costos operativos relacionados con el deporte universitario.
En México, el presupuesto de la CONADE es de $2,621 millones de pesos ($131m usd), lo que por cierto es aún menor que en años anteriores.
Y si comparamos el retorno sobre la inversión en ambos casos, el chiste se cuenta solo.
Ya sé, son economías muy diferentes con problemas que atender particulares, así que lo vamos a poner de la siguiente manera:
El PIB de Estados Unidos es 15.5x mayor que el de México, pero…
La inversión en deporte de Estados Unidos es 130x más grande que la de México
(y recordemos que sólo hablamos de la inversión en la NCAA).
Y aunque no todo lo que se necesita para tener éxito deportivo es dinero, si es una pieza fundamental para echar a andar un plan que nos permita encontrar, al final del arcoiris, más nombres en México de atletas exitosos globalmente que los 10 que seguro estás logrando contar.
¿Cómo han surgido?
Si volteamos hacia atrás será muy complicado (imposible, la neta) hallar de parte del gobierno ya sea un plan de desarrollo a largo plazo, o peor aún, una inversión considerable en el impulso a jóvenes talentos.
El plan se lo dejan al siguiente sexenio, y la lana la destinan a donde hay más fotos.
¿Y las universidades?
Son varias las que si destinan un presupuesto importante a sus programas deportivos pero, al no encontrar un retorno tan claro sobre su inversión y sin existir un ecosistema donde un buen performance deportivo sea premiado en valor de marca, mayor poder de reclutamiento o incluso ingresos, este tipo de programas carecen la potencia necesaria para convertirse en semilleros o aceleradores reales.
Y a pesar de todo, aunque poc@s, México ha logrado producir grandes figuras globales como Lorena Ochoa, Checo Pérez, Canelo Álvarez, Hugo Sánchez, Alexa Moreno, Rafa Márquez, y el protagonista de hoy, Isaac del Toro. Entre otros.
Y, si te fijas bien, todos han logrado construirse gracias a una triada:
Carácter y autodeterminación (disponible para una amplia mayoría)
Familia impulsora (disponible para muchos)
Desarrollo profesional en el extranjero (disponible para muy pocos)
Los primeros dos puntos son producto de la suerte, la educación y el entorno, pero el tercero es el resultado casi siempre de la inversión, las relaciones y de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Y si como país aspiramos a depender de esa fórmula para seguir cosechando glorias, bueno, pues esperemos sentados.
Pero hay un jugador que lo está resolviendo
La historia de Isaac del Toro se puede contar gracias a él mismo, a su familia, y a una fórmula lamentablemente atípica que incluye a los hermanos Rodríguez, fundadores del equipo AR Monex (y quienes lo descubrieron) y a un grupo de patronos y patrocinadores que, sin visualizar un retorno claro sobre su inversión, han inyectado capital para que el equipo mencionado pueda “echar a andar” una máquina que incluye todos los recursos que atletas jóvenes necesitan para convertirse en ciclistas de élite.
De no existir esta fórmula, muy probablemente no estaríamos hablando de Isaac ahorita.
Pero incluso para la iniciativa privada sería insostenible pretender sustituir a los programas públicos para enderezar el barco del desarrollo deportivo mexicano, así que si el gobierno no está dispuesto a destinar de manera directa el presupuesto necesario, ¿qué pasa si diseña los mecanismos mediante los cuales la IP pueda encontrar un modelo más sostenible y escalable para inyectar más capital?
Para eso no se necesita ni dinero ni trabajo, se necesita voluntad y capacidad de delegar el control de una tarea que mejor pueden realizar emprendedores y visionarios que, como los hermanos Rodríguez, construyeron una oportunidad.
Ya es hora de que las glorias del deporte mexicano dejen de ser accidentes del sistema, y pasen a ser el satisfactorio resultado de un plan público-privado.
Hasta aquí la dejamos.
Tremenda edición, estimado Aldo. Manos a la obra y, en lo que a cada quien nos toca, a agarrar al “Toro por los cuernos” 🫡.
¡Abrazo!